Respuesta a las repetidas críticas a los enfoques psicoanalíticos de los trastornos del espectro autista

CORRECCIONES. No, realmente no es B. Bettelheim, como aparece con frecuencia en los medios de comunicación, la referencia que inspira a muchos psicoanalistas que se ocupan de autismo, sino  son sobre todo los psicoanalistas ingleses F. Tustin [1] y D. Meltzer [2] que, por ejemplo desde hace tres décadas en Francia, son ampliamente traducidos, difundidos, enseñados, comentados y continuados. Es importante señalar que la concepción de B. Bettelheim no es de origen psicoanalítico, sino que viene de su observación de algunos deportados en campos de concentración que estaban en retiro autístico. La aplicación que hizo en las familias de niños con autismo, lamentablemente culpabilizante, fue obviamente un error. Pero ¿por qué un error  cometido hace medio siglo, y repetidamente presentado en los medios de comunicación, puede aún perjudicar, ocultando completamente todo trabajo psicoanalítico, completamente diferente, realizado desde entonces? Tampoco  tenemos colegas que piensan que “estos niños deben ser alejados lo más posible de sus padres": los tratamientos son ambulatorios, salvo en los casos donde se indicó un internado por una decisión compartida entre padres y profesionales.

 

QUEREMOS DESTACAR LO QUE HACEN MUCHOS PSICOANALISTAS DE VARIAS CORRIENTES [3].  

Practican la mejor observación posible de los niños, adolescentes y adultos,  en búsqueda  de un signo  y una comprensión  de lo que sienten, tratan de pensar y comunicar, a pesar de su discapacidad de autismo. Invitados a la expresión espontánea y a la libre asociación, pilares  del método psicoanalítico, con una participación del terapeuta más activa que con otros pacientes, estos psicoanalistas nos indujeron a descifrar su lenguaje de gestos, que podría parecer  en un primer momento carente de sentido. Por ejemplo, paseos y exploraciones táctiles de elementos de la decoración de la habitación y los muebles, como buscando  representantes de una contención corporal y emocional,  cuya falta constituye la gran falla  del trastorno autista; o bien centrarse en las cualidades puramente sensoriales de objetos y movimientos estereotipados, como adherencias incesantes, con el fin de superar las angustias de derrumbe destructor o de licuefacción del cuerpo, que logran teatralizar de diversas maneras. Esta es una primera simbolización, a falta de la posibilidad de utilizar juguetes figurativos. También tratan de comunicar las causas de su evitación de la mirada: temores de un desborde emocional o de penetración que hiere  físicamente. Pero este idioma también intenta comunicar su conciencia acerca del regreso, en el tratamiento, al desarrollo normal – de lo cual estos niños nos han enseñado mucho- de la construcción de su imagen del cuerpo y del espacio, sin lo cual las actividades espontáneas de exploraciones y juegos son muy difíciles, incluso si el niño tiene el deseo de aprender. Por lo tanto existe, entre nuestro enfoque  terapéutico y las propuestas educativas, una complementariedad muy necesaria para lograr un diálogo creativo dentro de las instituciones (J. Hochmann  [4] y en instancias de capacitación  (D. Amy)  [5], de información y de reflexión, como los Centros de Recursos de Autismo, complementariedad que debería ser desarrollada aún mucho más.Señalamos también que varios equipos dirigidos por psicoanalistas ya han implementado las condiciones pertinentes para el diagnóstico precoz y apoyo intensivo multidisciplinario en casos de riesgo de autismo, tales como el equipo (de) (del) P. Delion, Dépist’autisme [6], y la investigación de Préaut de M.C. Laznik y G.Crespin [7], con una amplia sensibilización de los pediatras ante los signos de alerta.

REUNIONES CON OTRAS CORRIENTES DE LA INVESTIGACIÓN. Muchas de las investigaciones  de las ciencias cognitivas y de las neurociencias concuerdan con las observaciones de los psicoanalistas. Por ejemplo, sobre las dificultades del encuentro con la mirada, pensamos desde hace mucho, según lo que nos demuestran los pacientes, que sienten algo muy duro, explosivo o deslumbrante en el encuentro con la mirada de los demás.Un adulto con autismo, D. Williams, lo describió muy bien: este encuentro era devorante, engullente y le hacía  perder por un tiempo "franjas enteras de significado" [8]. Así podemos discutir  qué es lo que más molesta en el descifrado de las emociones en el rostro: posiblemente no es un trastorno primario vinculado a una no-activación del área del cerebro del reconocimiento facial, como lo sostienen  algunos investigadores; de hecho, esta no-activación ¿no sería más bien una consecuencia de la escasez de encuentros directos con la cara del otro, rareza precisamente debido a la incomodidad de la mirada?En este sentido, tenemos información reciente, en la remarcable bibliografía de la revista “Sésame-Autisme”, órgano de la Asociación de padres del mismo nombre (N º 155, julio de 2005), que la neurofisiología confirma, que en las personas autistas, se registra  una fuerte respuesta emocional asociada a fijar la mirada y otras investigaciones nos informan que el contacto visual provoca una sensación de amenaza incomodante en los niños con autismo , “lo que puede sugerir que la desviación de la mirada tiene un papel funcional". Hemos hecho un análisis similar para la no recepción de la voz con la experiencia de M. Zilbovicius  (2004) [9].  Así, los psicoanalistas han hecho entrecruzamientos interesantes, en una veintena de años, con los investigadores no psicoanalistas,  como J. Nadel acerca de la imitación temprana, C. Trevarthen (Edimburgo) acerca del diálogo emocional en los intercambios sonoros muy tempranos, y A. Bullinger (Ginebra) sobre la sensorialidad y las "plataformas sensorio-tónicas y tónico-emocionales". Por lo tanto, es incorrecto decir que los psicoanalistas interesados ​​en el autismo permanecen encerrados en una "teoría" lejos de las realidades llamadas científicas: sin abandonar su propia  ciencia, ellos están en plena interacción con la comunidad científica internacional en muchos campos de investigación. Muchos son muy sensibles a la investigación genética en curso, que les permite acercarse a las raíces de lo que ellos percibían desde hacía mucho tiempo en términos de vulnerabilidad o de predisposiciones particulares. Esperamos que estos diálogos, tal como ya están establecidas en varios equipos, especialmente en torno al diagnóstico precoz, se desarrollen para el mayor beneficio de los pacientes con varias patologías, sin restricción al único problema del autismo. Algunas de las terapias cognitivo-conductuales, tales como las "terapias de intercambio" (C. Barthelemy, Tours), son muy interesantes.

Los firmantes afirman que no apoyan la idea de una psicogénesis puramente ambiental en el autismo, ni la actitud que consiste en “esperar la demanda”, actitud que puede ser apropiada para otras patologías, en tanto que en las personas con autismo, por el contrario, debemos ir a su encuentro vívidamente (A. Alvarez [10] y otros), y de la mejor forma posible, lo cual requiere una estrecha cooperación con los padres con un apoyo real a sus dificultades.

 

QUE LOS PROFESIONALES DE DIVERSAS ORIENTACIONES, ACTUALMENTE EN INVESTIGACIONES INTENSAS, SE REUNAN MÁS PARA ENTRECRUZAR SUS PUNTOS DE VISTA, RENUNCIANDO A PUNTOS DE VISTA EXCLUYENTES, QUE RETRASAN LAS MEJORAS  -CUALITATIVAS Y CUANTITATIVAS-  EN CUIDADOS, EDUCACION E INSTRUCCION, TRES ÁREAS QUE DEBEN CONJUGARSE, COMO NOS LO MUESTRAN NUESTRA EXPERIENCIA Y NUESTRAS SUPERVISIONES, PARA OFRECER LA MEJOR OPORTUNIDAD A LOS NINOS, ADOLECENTES Y ADULTOS QUE SUFREN DE AUTISMO.